«El deseo tiene que ser algo que puedas tocar, sentir, oler, palpar»
— La película se siente en todo rato muy libre, como si apenas tuviese narrativa. He leído en una entrevista previa que tu primer montaje eran más de 4 horas. ¿Cómo fue precisamente ese proceso de editar y filmar la película de una manera casi no narrativa?
— No lo veo como algo no narrativo, cuenta una historia, la historia de Elio y Oliver. Otra cosa bien distinta es que la película intente reflejar la vida en sí misma y se abstraiga por momentos de contar únicamente la historia para reflejar momentos, sensaciones, sentimientos… A la hora de la sala de montaje fue una película como cualquier otra, más allá del tema de la duración.
— El libro fue escrito en primera persona y una de las cosas que más me han gustado es que no utilizaste en ningún momento ningún tipo de voz en «off» en la narración para contar la historia. ¿Cómo fue trasladar precisamente este aspecto de la película en imágenes?
— Tiene que ver con mi entendimiento de la novela. La novela trata unos temas que a mí me interesaban mucho menos de lo que finalmente he buscado y explorado. La novela habla mucho sobre la nostalgia y yo ya había rodado una película sobre ese mismo tema. No me interesaba explorar eso, simple y llanamente. La voz en off siempre está conectada a través del pasado y yo buscaba algo presente e inmediato.
— Buena parte del deseo que se muestra en la película es mostrado a través del lenguaje corporal. ¿Cómo capturaste este aspecto de la relación y lo tradujiste en un lenguaje cinematográfico?
— Era un aspecto fundamental. Hablé mucho con los actores sobre lo importante del lenguaje corporal a la hora de abordar sus interpretaciones. Era muy importante que su cuerpo se expresase de una manera que quizás sus palabras no podían hacerlo. El deseo tiene que ser algo que puedas tocar, sentir, oler, palpar, necesitamos trasladarlo a la gran pantalla. Es una historia que se desarrolla en un pasado muy diferente a nuestro presente, estos personajes se expresan muy diferente a lo que podríamos expresarnos nosotros ahora mismo. Era importante reflejar también eso.
— ¿Cómo llegaste a la música de la película? Juega un papel fundamental tanto dentro de la trama como de la propia narración.
— Efectivamente es muy importante. Los personajes se expresan a través de la música y la música tiene un papel importante en sus vidas. Tuvimos la gran suerte que un gran músico como Sulfjan Stevens quiso colaborar con nosotros y cedernos las canciones que aparecen en la película. Fue un gran regalo. También nos regaló algunos arreglos de piano para algunos temas como algo totalmente inesperado. Fue un gran placer colaborar con él.
— La película se rodó en celuloide. ¿Cómo de importante para ti fue rodarla en este formato y no en digital?
— Siempre ruedo en celuloide. Para mí no existe otra manera.
— Me interesa saber si miraste algún director o alguna obra en concreto para la inspiración en esta película, porque se siente al mismo tiempo como algo muy único pero, al mismo tiempo, como un cierto recorrido por determinado cine europeo.
— Como todo el mundo sabe soy un gran cinéfilo y adoro el cine europeo. Me interesaba reflejar un poco el mundo visual de directores a los que admiro como Renoir, Pialat, Bertolucci o Rossellini. De cada uno fui tomando algunas cosas. Hace años tuve la gran oportunidad de trabajar con Bertolucci y me dijo una frase que se me quedó muy grabada. Las películas no son una representación de los personajes que hay en el guión. Creo que muchos de estos cineastas trabajan de esa manera, y en algún sentido, me siento cercano a ellos o al menos he pretendido estarlo.
— La película está rodada de manera que la cámara casi parece invisible. ¿Era clave para crear esa sensación de intimidad?
— Es un trabajo a medias con mi director de fotografía. Intentamos que el medio estuviese presente lo menos posible. Solo rodamos con una única cámara y con el menor número de lentes posibles. La cámara tenía que ser como una persona, y eso es lo que intentamos transmitir, que la cámara fuese la mirada y que las lentes fuesen cada uno de los ojos.
— Parece que el libro original tuvo una secuela. ¿Te interesaría en algún momento retomar estos personajes o sientes que ya has contado todo lo que se podía contar sobre ellos?
— No lo veo así, creo que forman parte de una misma historia, pero ahora mismo no tengo mucho interés en volver a mirar a estos personajes, quizás en el futuro me atreva a continuarlos pero nunca como una secuela o una continuación de algo, sino como una prolongación de la vida misma.
Roberto Morato