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Jennifer Lawrence: «Me llevaré a la tumba muchos secretos»

Han pasado apenas 5 años desde que se convirtió en la reina de Hollywood con el estreno de «Los juegos del hambre», pero sin embargo Jennifer Lawrence hoy tiene el aplomo de una veterana que ha sobrevivido a muchas guerras. Sin sonreír demasiado, y sin pretender caer simpática con sus declaraciones, la actriz mejor pagada de Hollywood ha vuelto a demostrar las razones para que así sea con su labor en «Gorrión rojo», el «thriller» de espionaje en el que ha vuelto a ser dirigida por Francis Lawrence, el realizador austríaco con el que no tiene ninguna relación de parentesco y quien la guió durante buena parte de su taquillera franquicia. Combinando su talento para el cine de acción y la versatilidad que le dejado un Oscar y otras 3 nominaciones, la nativa de Kentucky de 27 años de edad demuestra en el film que comparte con Joel Edgerton y Jeremy Irons que sigue estando en su mejor forma.


— Te gustan las películas de espías?

— Por supuesto. Siempre me parecieron muy estimulantes. Me encantan los thrillers psicológicos y los dramas. Pero las películas de espías a veces terminan siendo un poco repetitivas, y por eso esta propuesta era única, porque tiene una perspectiva completamente diferente, ya que muestra áreas del espionaje internacional de las que nunca se ha hablado. Y además es un guion escrito por un auténtico espía.

— ¿Hablaste con él sobre esa profesión?

— Sí, claro. Él y su esposa son espías. Les hice preguntas y sus respuestas fueron fascinantes.

— En tu preparación previa, ¿qué aprendiste sobre la escuela de gorriones y que fue lo que más te impactó?

— Que era un programa muy bien desarrollado. El programa de gorriones existió en la KGB y también en Estados Unidos. Aunque la historia es ficción y los personajes también, Jason Matthews, el autor del libro, se pasó la mayor parte de su vida metido en las relaciones entre Rusia y Estados Unidos y con el espionaje. Tiene una perspectiva única.

— ¿Qué fue lo más duro para ti en esta película? ¿Tener que desnudarte o las escenas de violencia?

— Hubo muchas cosas en este proyecto que me pusieron nerviosa y que me hicieron dudar antes de decir que sí, porque sabía que o me entregaba por completo a esta película o la iba a terminar haciendo otra actriz, porque no había una forma más suave de contar esta historia. Confieso que cuando finalmente acepté estaba un poco asustada, pero contando con Francis, a quien conozco muy bien, y con el resto del equipo técnico, enseguida me relajé, porque incluso el cámara era el mismo de Los juegos del hambre. No podría haber estado rodeado de un equipo que me hiciera sentir más cómoda.

— ¿Tuviste alguna duda sobre la escena de desnudo?

— No. No puedo interpretar a un personaje que está dispuesto a ir más lejos de lo que yo estoy dispuesta a ir. Al menos en una escena realista. Obviamente, no me puedo tirar de un rascacielos. Pero hay muchas escenas oscuras en esta película que van a hacer que la audiencia se ponga incómoda, pero si queríamos contar esta historia de la forma correcta era importante utilizar todos esos miedos que tenía y que he tenido durante muchos años para que el personaje resultara creíble, aunque tuviera que salir de mi zona de confort. En cuanto a la escena del desnudo, me pareció que era esencial para contar apropiadamente esta historia. Si no hubiera tenido esa impresión no la hubiera hecho.

— ¿Cuáles fueron los desafíos físicos al hacer esta película?

— Durante cuatro meses practiqué en ballet durante tres horas diarias, lo cual fue muy duro para mí, porque no me iba a convertir en una bailarina profesional por más que practicara. Todo pasó por aprender a usar mi cuerpo de una manera diferente y además mentalizarme en una disciplina que estos bailarines llevan durante años, no solo en el plano físico sino también en el mental. Y la filmación fue también muy dura, más de doce horas al día, por lo que no tenía demasiado tiempo para practicar. Por lo tanto tuve que hacer toda mi preparación con anterioridad.

— ¿Eres una buena manipuladora, o más bien te dejas manipular?

— La segunda opción. Creo que es algo que nos pasa a todos.

— ¿Hablaste con Francis y su director de fotografía, Jo Williams, sobre cuál iba a ser el «look» de la película?

— Por supuesto. Además ya había trabajado con Jo y Francis, y sabía que era un dúo muy especial, porque los dos pudieron desarrollar sus talentos en Los juegos del hambre. Pero en el caso de Gorrión rojo, pude presenciar a los dos en su mejor momento. Simplemente confié en ellos respecto a la forma como se iba a ver la película. Sabía que era un material muy oscuro y bastante arriesgado, pero tenía claro que si había artistas en quienes podía confiar para que lograran presentar todo con muy buen gusto, esos eran Francis y Jo. Incluso cuando filmamos las escenas en la escuela de gorriones, ni siquiera presté atención al ángulo que eligieron para rodar porque tenía en ellos una confianza plena.


Atendiendo a Francis Lawrence, en un momento del rodaje de «Gorrión rojo».


— ¿Cómo fue tu trabajo con el bailarín ucraniano Sergei Polunin en el film?

— Fue muy interesante, porque para él lo de actuar era algo bastante nuevo y para mí era la primera vez que me tocaba bailar en una película, por lo que los dos nos ayudamos mucho, cada uno en lo que conocía mejor. Es muy atlético y tiene mucho talento. Además, debo admitir, es bastante apuesto. Me dijo que tengo huesos muy ligeros, por lo que siempre le tendré adoración.

— ¿Y con Charlotte Rampling?

— Charlotte Rampling es una leyenda. Por eso tener que hacer una escena con ella fue muy importante para mí en un plano personal. El primer día que trabajé con ella me moría de nervios, pero ella se comportó como una persona normal. Me encanta colaborar con actores que se toman todo como otro día en el trabajo. No se comportó como una diva, fue simplemente una mujer haciendo su tarea diaria, disfruté muchísimo. Me impresionó cuando se puso a hablar porque su acento ruso era impecable. Sentí que nunca iba a poder estar a su altura. Es asombrosa.

— ¿Qué puedes decir de Matthias Schoenaerts?

— La primera vez que le vi fue en una película que se llama Bullhead, y lo que hizo allí me pareció extraordinario. Eso fue mucho antes de que surgiera el proyecto de Gorrión rojo. Tiene una presencia muy poderosa, aún cuando no esté diciendo una palabra. Y además tiene una comprensión muy rápida del personaje. Siempre tuve muchas ganas de trabajar con él por lo que, cuando le contrataron para Gorrión rojo, me entusiasmé. Por supuesto, cuando llegó el momento de colaborar con él en el plató mi entusiasmo aumentó notablemente. Fue un verdadero placer verle trabajar, y además es muy buena persona.

— Tu personaje funciona muy bien como gorrión porque sabe lo que quiere la gente. ¿Es tu caso?

— Dominika tiene que aprender tácticas y se ve obligada a comportarse de determinada manera para poder sobrevivir en situaciones que ni siquiera puedo imaginar. Mi manera de darme cuenta de qué es lo que quiere la gente tiene que ver con cómo llevo mi vida. Por ejemplo, cuando la gente se entusiasma al verme, ¿se debe a quién soy en mi vida real o a la imagen que tienen de mí? Digamos que mi manera de prestarle atención a quien tengo enfrente es diferente a como lo hace Dominika. Tal vez sea lo mismo, pero el contexto es diferente.

— En la película te llevas muy bien con tu madre. ¿Cómo es esa relación con tu progenitora en la vida real?

— Vivo sola y lo he hecho desde que tenía 14 años. Pero ahora tengo 27 años y sigo necesitando a mi madre. Me apoya mucho y no estaría aquí si no fuera por ella. Mi madre ha sacrificado muchas cosas para que pueda tener esta carrera. Me sigue importando su opinión en muchas cosas, menos en lo que concierne a los hombres.

— Dominika no le tiene miedo a nada. ¿Y tú?

— A mí me aterran las entrevistas. Especialmente las exclusivas, porque me dejo llevar por la conversación y luego todo sale impreso. Por ejemplo hice un artículo de portada con «Vanity Fair» que se publica el 25 de febrero o algo así y sé que voy a dormir angustiada hasta que la revista salga a la calle. En el fondo, sé que si lo que sale es terrible, pues qué le voy a hacer, será terrible. Pero es algo que me asusta, porque tienes una conversación con alguien, y lo que me da pánico es que no se me entienda o que me malinterpreten. Especialmente si sin darme cuenta termino ofendiendo a alguien. O quedando realmente mal con algo que pueda haber dicho. Eso es lo que de verdad no me deja dormir…

— Hay una frase muy interesante en «Gorrión rojo» en donde le dicen a Dominika que el estado es el dueño de su cuerpo. ¿Sientes que el arte es el dueño del tuyo?

— Siento que alquilo mi cuerpo con entusiasmo y de forma consentida para crear arte. Es algo que me hace feliz, aunque haya cosas que uno tiene que sacrificar cuando está filmando una película. Normalmente te toca filmar en otro país y no tienes a tus amigos cerca. Tampoco a tu familia. Debes trabajar durante muchas, muchas horas y hay muchos otros sacrificios que hacen falta para poder crear tu arte. Pero soy muy afortunada de poder tener este trabajo, porque lo adoro y no podría apasionarme con respecto a ninguna otra cosa.

— Has dicho que ciertas escenas de este film te hicieron sentir mas fuerte. ¿Qué otras cosas tienen el mismo efecto?

— Me siento más fuerte cuando logro encontrar una disciplina física y cuando hago ejercicio. También me ocurre cuando siento que puedo decir lo que pienso.

— ¿Qué es lo que te aporta cada película que haces?

Gorrión rojo me obligó a salir de mi zona de confort y me generó desafíos que nunca tuve que superar anteriormente. Hubo una larga etapa de mi vida en la que no quería que me percibieran como un objeto sexual, no me interesaba que nadie me viera desnuda, y había cosas que me ponían muy incómoda. Pero si quería contar esta historia, sabía que iba a tener que superar esos miedos, y el resultado fue muy interesante, porque me sentí mucho más fuerte después de haber podido dejarlos atrás. Cada película me deja algo diferente. Cuando estaba haciendo Joy tenía 25 años y era un momento de una gran transformación para mí, porque entendí lo que significa tener que elegir entre tener tu familia y ser dueña de tu propio negocio. En el caso de madre! fue algo completamente diferente de todo lo que había hecho antes, porque ese personaje no se parecía en nada a mí, hablaba de una forma diferente y ni siquiera pensaba como yo suelo hacerlo. Cada vez que un actor está haciendo un personaje debe aprender a ver el mundo desde la mirada de otra persona. Cada trabajo lleva su tiempo, por lo que uno se pasa más de un año con una perspectiva mental diferente a la propia. Por eso cada rodaje te abre la mente.

— ¿Es cierto que te fascina la historia británica?

— Sí, siempre me ha gustado. Francis comparte esa fascinación conmigo. Teníamos planes de trabajar en una película sobre Winston Churchill pero de pronto apareció The Crown y nos dimos cuenta que no era una buena idea. Supongo que me enamoré de la historia inglesa cuando era muy joven y comencé a leer los libros de Phillipa Gregory, que trataban todos sobre la historia de la realeza británica, pero estaban basados en hechos reales. Me parece un tema fascinante, y por supuesto, estoy obsesionada con la familia real británica.

— Has ayudado a lograr muchos cambios en la industria del cine. ¿Pero qué otros cambios crees que se tienen que hacer?

— Los cambios que quiero que se hagan van mucho más allá de la industria del cine. Quiero que a los hombres y a las mujeres les paguen lo mismo por el mismo trabajo, y quiero que la corrupción sea ilegal en Estados Unidos. Son muchas las cosas que me gustaría que cambien. Hollywood es solo el principio.

— ¿Crees que con todo lo que está pasando se llegará a un salario equitativo para las actrices?

— Es un tema muy complicado, porque para poder lograrlo hay que tener en cuenta que hay muchos elementos que deben combinarse. La iniciativa la tiene que tomar la gente que está en los puestos más importantes de la industria, porque es muy poco lo que los representantes de las actrices pueden hacer al respecto. El ensayo que escribí sobre el salario equitativo tiene que ver con mi propia opinión sobre el tema, porque sentía que me merecía que me pagaran lo mismo que a los demás. Después de todo me han nominado al Oscar y he ganado ese premio, y he ayudado a que varias películas alcanzaran el primer lugar en la taquilla, por lo que no había nada que pudiera justificar que no me pagaran lo mismo que a mis compañeros de trabajo del sexo masculino, y eso era lo que me interesaba. La única perspectiva que puedo tener tiene que ver con Hollywood, porque es donde trabajo, pero el dilema es mucho más complicado, y es un tema global. Simplemente me limité a explorar mis propios pensamientos sobre por qué se daban las cosas de esta manera.

— ¿Cómo te impactó enterarte que un senador de Kentucky se suicidió después de ser acusado de acoso sexual?

— Fue horrible enterarme de eso. Por eso es muy importante que la gente tenga en cuenta que las palabras pueden tener un gran impacto. Fue algo muy feo, pero todos sabemos que en cualquier situación como esta siempre van a haber sucesos desafortunados. Pero, por otro lado, lo que estamos haciendo es tratar de cambiar la forma como se considera a las mujeres, la forma como se las trata. Hay muchas cosas que parecen de lo más normal que nos incomodan, pero todo el mundo las acepta con normalidad. Todo eso está cambiando. Cuando finalmente se supo la verdad sobre Harvey Weinstein y todo lo que pasaba en Hollywood, fui parte de una llamada telefónica en la que un grupo de mujeres que estaban a punto de ir a una alfombra roja decidieron que no íban a seguir haciendo como que no había pasado nada. Decidimos que no íbamos a seguir hablando sobre este tema hasta que tuviéramos una solución para todos estos problemas, y que no íbamos a continuar repitiendo las mismas cosas una y otra vez. Así es como surgió el movimiento «Time’s Up» y se generó un fondo de defensa legal, que permite que si una mujer no puede llevar a juicio a su abusador porque no tiene dinero, va a contar con los recursos para hacerlo. Hemos creado una línea telefónica para que las actrices más jóvenes o menos conocidas que están lidiando con el acoso puedan expresarse, porque tiene que haber cambios legales y reales en SAG y en AFTRA, las organizaciones sindicales que representan a los actores, para que nunca más puedan abusar de una actriz o actor joven o de un integrante de un equipo técnico.

— Tiempo atrás, participaste en un programa televisivo y saliste a preguntarle a la gente si recordaban algunas películas en las que habías trabajado…

— Es cierto, lo hice y me morí de vergüenza…

— ¿No fue divertido? — No, en absoluto. Me dio mucha pena hacerlo y lo pasé muy mal. No quiero volver a hacer algo así nunca más en mi vida. Vamos, la idea era muy divertida pero no es el tipo de situación en el que me siento cómoda. Cuando me lo propusieron pensé que se estaban burlando de mí. Y allí mismo me dieron el micrófono y me pidieron que saliera a hacerlo. Y no tuve oportunidad de echarme atrás.


«CUANDO LA GENTE SE ENTUSIASMA AL VERME, ¿SE DEBE A QUIÉN SOY EN MI VIDA REAL O A LA IMAGEN QUE TIENEN DE MÍ?»


— ¿Sientes que los problemas que tuvo «madre!» para encontrar una audiencia tuvo que ver con no explicarle al público cuál era la idea detrás de la película?

— No, no siento que se haya cometido ningún error. Darren Aronosfky y yo teníamos puntos de vista diferente sobre este tema. Pensé que había que contarle a la gente que era una alegoría, y eso hice, porque era consciente de que si el público no lo sabía, no iban a poder entender qué era lo que estaban mirando cuando vieran la película en el cine. Tampoco iban a poder apreciar la profundidad de la historia. Pero Darren es un artista. Es una especie de cantautor que escribe una canción y no le explica a los que la escuchen de qué trata la letra. Si el público entiende, bien, y si no lo hace, pues da lo mismo. Desde el punto de vista de un artista que concibió y escribió la historia para él no tenía sentido tener que explicarle al público de qué trataba la película, porque para el era mejor que cada uno hiciera su propia interpretación. Y eso tampoco tiene nada de malo. Digamos que cada uno respetó la mirada del otro a la hora de salir a promocionar la película. Yo salí a explicarle a la prensa de qué iba el film y él prefirió no hacerlo. Luego los dos nos volvíamos a casa y todo estaba en paz.

— ¿Te interesa seguir aprendiendo cosas constantemente?

— Sí, si hay algo que me llama la atención, quiero saberlo todo. La verdad es que no tuve una educación típica cuando era adolescente, pero siempre he sido muy curiosa. Y si hay algo que me llama la atención, leo y me informo sobre el tema. Si me siento insegura por no saber sobre un determinado tema, me tomo el trabajo de aprender.

— ¿Cuándo sientes que no tienes ningún poder?

— Cuando temo hablar o decir algo, es en esas ocasiones cuando me siento muy mal conmigo misma. Por eso cuando tenía veinticinco años decidí que iba a decir lo que pensaba. Me di cuenta que era muy importante no decir algo que no fuese cierto para evitar conflictos o para salir de una situación complicada. Si no es la mejor situación del mundo pues tendrá que ser así, de todos modos diré lo que creo. Si siento que no lo puedo hacer, no puedo evitar el sentirme mal.

— ¿Te resulta más difícil mantener un secreto ahora que eres famosa?

— Es curioso pero la fama no cambia para nada tu perspectiva en cuanto a los secretos. Cuando alguien te dice que no le cuentes algo a nadie, en la vida normal eso quiere decir que se lo puedes contar a tu mejor amigo. Pero cuando hay otras personas involucradas que todo el mundo conoce, si alguien te cuenta algo y te pide que te lo calles, simplemente le haces caso. Me llevaré a la tumba muchos secretos y seré muy feliz de hacerlo. Espero que todos los demás estén haciendo lo mismo por mí.

— El tema de la confianza es clave en esta película. ¿En qué medida ha cambiado tu sentido de la confianza a partir de tu estrellato?

— Ha cambiado, y mucho. Creo que también ha cambiado para mis amigos cercanos que no son famosos. La diferencia es que los secretos suyos que guardo a nadie le importan porque la gente no los conoce. Pero en cambio son muchos los que quisieran conocer mis secretos. Soy muy afortunada de tener amigos que son famosos y que pueden hablar de esto conmigo. Cuando llegas a este nivel de fama tu mundo se vuelve cada vez más pequeño, porque no es mucha la gente en la que puedes confiar. De todos modos la confianza tiene niveles. Puedo tenerle confianza a una persona porque sé que tiene buenas intenciones, pero eso no quiere decir que vaya a compartir mis secretos más profundos. Es algo que he aprendido recientemente, que no necesito compartir mis secretos para acercarme a una persona.

— ¿Qué es lo que ocurre si alguien viola esa confianza? En la película, le matas…

— ¡Eso mismo! Es lo que debería hacer, ¿no? Por suerte, cuento con gente muy buena a mi alrededor. A estas alturas de mi vida me resulta muy fácil darme cuenta de quiénes son los que estan cerca mío por las razones equivocadas. Además tengo amigos que han crecido conmigo y, si cuando lo veo, ellos se van a ocupar de abrirme los ojos. Me ha pasado lo de contarle a una amiga que un chico me pareció muy atento, y ella me alertó de que le habían empujado para poder acercarse a mí. Cuento con muchos ojos que siempre están atentos por mí.

— ¿En qué medida la música influye en tu trabajo como actriz?

— No lo hace. Sé que hay actores que usan música para conectarse con el personaje, para adquirir el tono que tiene que tener la escena y eso me parece fascinante, porque he trabajado con muchos que la usan ce forma regular. En mi caso, cuando estoy escuchando música, solo me estoy conectando con eso, con la música, y cuando estoy actuando, estoy actuando. Nunca he tenido una conexión emocional con la músical. Supongo que, si la tuviese, sería mejor cantando en el karaoke.

— ¿Te sientes presionada por el pedestal en el que te han puesto tus fans?

— Cuando eres un personaje público, la gente te va a hacer preguntas que son relevantes para el mundo en que vivimos, sobre todo sobre política. Pero hay gente que solo quiere actuar o que solo quiere cantar, y eso debería ser respetado. Hay gente que no quiere compartir sus opiniones públicamente. Creo que debería ser comprensible, proque simplemente han luchado para ser artistas, para actuar en una película o componer música. Nunca buscaron ser portavoces de ciertas ideas políticas. Y a la vez, durante años he escuchado a gente que se queja y que le dice a los artistas que se callen y actúen o que se callen y canten. En mi caso, tengo cierta resistencia y estoy preparada para los latigazos que vienen después de decir lo que pienso. Uso la plataforma que tengo porque soy muy apasionada con respecto a la justicia. Cuando veo algo que no es justo no me callo, porque siento que puedo marcar la diferencia si digo algo. Si sé que puedo ayudar a iniciar un debate, lo voy a hacer. Pero eso no quiere decir que voy a juzgar a mis colegas si prefieren no decir nada sobre política.

Gabriel Lerman

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