

¡No os llevaréis a los niños!
El estreno este mes de «Winchester: La casa que construyeron los espíritus» nos da pie a hablar de una de las mejores películas de fantasmas de la historia del cine: «Suspense» («The Innocents», 1961), adaptación del clásico de Henry James «Otra vuelta de tuerca» dirigida por Jack Clayton y protagonizada por Deborah Kerr.
Publicada por primera vez en 1898, «Otra vuelta de tuerca » es una de las novelas más famosas del gran escritor norteamericano Henry James (1843-1916), y uno de los mejores relatos de fantasmas de todos los tiempos. Si bien ya había conocido hasta cinco adaptaciones previas para televisión (ver recuadro), The Innocents, conocida en España como Suspense y realizada en 1961, sería su primera versión para el cine. Pese a tratarse de una producción británica, la misma estaría esponsorizada y distribuida internacionalmente por la major norteamericana Twentieth Century Fox. El film se titula The Innocents en su versión original porque parte no tanto de la novela de James como, sobre todo, de la obra de teatro homónima del dramaturgo William Archibald (1917-1970), estrenada en Broadway en 1950 bajo la dirección de Peter Glenville y con Beatrice Straight en el papel protagonista, dato corroborado por el especialista Christopher Frayling en 2006 con motivo de una edición en DVD en el Reino Unido de Suspense hecha con el apoyo del British Film Institute.
Frayling sigue diciendo que el libreto de Suspense, si bien consta acreditado a Archibald, el célebre escritor estadounidense Truman Capote (1924-1984) y el guionista y dramaturgo británico John Mortimer (1923-2009), en realidad fue el famoso autor de «A sangre fría» quien escribió el 90% del guión, añadiendo de su propia cosecha elementos propios del gótico sureño tales como la sexualidad reprimida de la protagonista y su contraposición con una naturaleza exuberante poblada de plantas e insectos. Mortimer se limitó a darles a los diálogos un carácter más victoriano, de ahí que figure acreditado por sus «escenas adicionales y diálogos». Otro famoso dramaturgo, Harold Pinter (1930- 2008), trabajó en el guión de forma no acreditada, recomendando la supresión de flashbacks sobre el pasado de los personajes porque consideraba, con acierto, que la narración en presente era más sugestiva.
Jack Clayton dirigió a Deborah Kerr en esta genial adaptación de la obra de Henry James
La realización correría a cargo del también británico Jack Clayton (1921-1995), quien además se encargaría de producir el film a través de la productora Achilles. Siempre según Frayling, Clayton estaba descontento con la primera versión del libreto escrita en solitario por Archibald, y fue idea suya contratar a Capote para que lo retocara. Lo cierto es que tampoco le gustaba la obra de teatro de Archibald, pero era consciente de que la misma, y la obra de James, tenían un gran potencial cinematográfico si se sabían explotar adecuadamente.
La famosa actriz británica Deborah Kerr (1921-2007) asumiría el papel protagonista, el de Miss Giddens, llamada así en la obra de Archibald pero no en la de James, donde carece de nombre (es, simplemente, «la institutriz»). La secundaría en el elenco el no menos prestigioso actor británico Michael Redgrave (1908-1985), como el tío de los niños a los que Miss Giddens debe cuidar –un papel para el que, aseguran, se ofreció Cary Grant (¡), cuya candidatura Clayton rechazó–, niños que correrían a su vez a cargo de Martin Stephens (n. 1949), como Miles –incomprensiblemente rebautizado como «Michel» en la versión doblada al castellano que se estrenó en España–, y en el papel de Flora, Pamela Franklin (n. 1950), andando el tiempo una de las protagonistas de otra famosa película de fantasmas, La leyenda de la mansión del infierno (John Hough, 1973; ver Cult Movie en núm. 351). Completando el reparto hallamos a Megs Jenkins (1917-1998), como Miss Grose, el ama de llaves de la mansión; el recientemente fallecido Peter Wyngarde (1927-2018), como el espectro del antiguo criado de la casa, Peter Quint; Clytie Jessop (1929-2017), en el papel del fantasma de la anterior institutriz, Miss Jessel; y la actriz y cantante escocesa Isla Cameron (1930- 1980), como Anna, la criada, quien además interpreta la canción «Oh, Willow Wally», imitando una voz infantil, que suena en los títulos de crédito iniciales.
Iluminando la oscuridad
Con un presupuesto de 430.000 libras esterlinas, Suspense se rodó en diversas localizaciones de East Sussex y en los famosos estudios de Shepperton en Surrey. La labor con los actores no comportó grandes dificultades: Deborah Kerr se empleó a fondo en su papel, que siempre consideró su mejor interpretación para el cine; hubo momentos divertidos, como por ejemplo el modo en que se logró rodar la escena en la que el fantasma de Peter Quint se acerca desde el exterior de la casa a la ventana al lado de la cual está Miss Giddens, efecto que se logró colocando a Peter Wyngarde sobre un carrito que fue lentamente empujado; o el cuidado que se tuvo para que los actores infantiles no se enteraran de los aspectos más turbulentos del guión, cosa que se logró dándoles únicamente las páginas que contenían tan solo sus diálogos.
Las principales dificultades de Clayton fueron más bien de orden técnico. Al director le preocupaba que Suspense pudiera parecerse a las producciones de terror de Hammer Films que en aquellos momentos estaban triunfando en el mundo entero, de ahí, probablemente, que quisiera marcar distancias con aquéllas usando el blanco y negro. Además, tuvo que asumir una exigencia de la Fox que no le gustaba, filmar la película en CinemaScope, formato que no le parecía adecuado para el tono íntimo de la historia. Por suerte, contó con la inestimable colaboración de un extraordinario aliado: el director de fotografía y luego realizador Freddie Francis (1917-2007), quien ese mismo año ganaría su primer Oscar por Sons and Lovers (Jack Cardiff, 1960), y que ayudó a Clayton a hallar las soluciones más satisfactorias.
«Suspense» describe la obsesión sexual de la protagonista sin obviar lo sobrenatural
Para empezar, Francis logró «disimular» el formato panorámico mediante una iluminación tenebrosa, lograda, paradójicamente, a base de geles y luces de colores que, filmando en B/N, lograban impregnar los encuadres de una densa oscuridad en las escenas nocturnas, y dotarlos de una incómoda densidad lumínica en las diurnas. Estas últimas se lograron mediante el empleo de unas luces más brillantes de lo habitual, y en ocasiones, llegaron a iluminarse algunos árboles con más luz de la estrictamente necesaria para realzar todavía más esa intensidad. Los focos utilizados eran tan potentes que algunos días, y entre tomas, Deborah Kerr se ponía unas gafas de sol para poder descansar los ojos. No obstante, no es menos cierto que, a medida que iba avanzando el rodaje, Clayton le fue cogiendo el gusto al CinemaScope y empezó a componer los encuadres teniendo presente dicho formato, aceptando la sugerencia de Francis de incluir en las imágenes tantas líneas verticales como pudiera a fin de reducir más aún el efecto horizontal del encuadre.
La postproducción trajo consigo problemas adicionales. Clayton había ideado empezar el film con la pantalla en negro, y dejando que se oyera durante 45 segundos la voz de Isla Cameron cantando «Oh, Willow Wally». Fox intentó que el director renunciara a esa idea, pues consideraba que el público iba a creerse que era un fallo de la proyección y no un efecto buscado. También causó malestar en la Fox la escena en la que el pequeño Miles besa en la boca a Miss Giddens, y temieron que por culpa de la misma la película pudiera tener una calificación moral «X» al menos en el Reino Unido, aunque finalmente la censura británica se contentó con calificarla para mayores de 12 años.
Suspense se estrenó el 24 de noviembre de 1961 en Londres y el día de Navidad de ese mismo año en Nueva York, llegando a España, tardíamente, el 3 de octubre de 1963. A pesar de no ser un gran éxito comercial, recaudó en los EE.UU. y Canadá unos aceptables 1.200.000 dólares de la época. Pero, por encima de todo, el film no tardaría en alcanzar la categoría que posee en la actualidad como una de las mejores películas fantásticas de la historia del cine.
Los fantasmas de Miss Giddens
Suspense es un film extraordinario y la obra cumbre de un gran cineasta, el británico Jack Clayton, quien a pesar de atesorar en su filmografía otras películas de enorme interés –Un lugar en la cumbre (1959), Siempre estoy sola (1964), A las nueve, cada noche (1967), El carnaval de las tinieblas (1983)–, nunca volvió a alcanzar las elevadas cotas de esta apasionante adaptación de Henry James.
Suspense en la historia de una obsesión de raíz sexual: la que siente la institutriz Miss Giddens –una Deborah Kerr en la cumbre de su arte interpretativo– ante la perspectiva de un cambio de vida laboral. Al principio del relato –que elimina la perspectiva de la obra de James, donde la historia está explicada por una tercera persona, para introducirnos desde el principio en la subjetividad de Miss Giddens–, la protagonista es contratada por un distinguido caballero, de quien tan solo sabremos que es el tío de los dos niños que Miss Giddens tiene que cuidar en la suntuosa mansión que tiene dicho caballero en el campo. De la conversación que ambos mantienen no tardaremos en deducir que el tío de los pequeños es un licencioso que disfruta de su soltería viviendo frecuentes correrías de tipo «amoroso», cosa que perturba a la pudorosa Miss Giddens.
La inexperiencia sexual de la protagonista, una solterona a pesar de que todo el mundo la considera una mujer atractiva, provoca que, desde su punto de vista, todo esté, de un modo u otro, sexualizado. Una vez llegada a la mansión para ocupar su puesto laboral, Miss Giddens no tardará en saber que, antes que ella, otros dos sirvientes trabajaron en la casa, el mozo de cuadras Peter Quint y la también institutriz Miss Jessel, y que no solo fueron amantes, sino que además –se insinúa– practicaban un sexo salvaje e insano, en ocasiones a la vista de todo el mundo, ¡incluso, quizá, delante de los niños!, hasta que todo terminó cuando Quint murió accidentalmente una noche que regresó borracho a la mansión, rompiéndose el cuello al caer por una escalera, y Miss Jessel, desesperada por la pérdida de su amante, terminó quitándose la vida en el lago que hay cerca de la casa.
A partir de ese momento, la imaginación enfebrecida de una Miss Giddens sexualmente insatisfecha provoca no solo que vea, o crea ver, a los fantasmas de Peter Quint y Miss Jessel rondando por la casa, sino la convicción de que, de un modo u otro, ambos sirvientes ultrajaron con su influencia la inocencia de los dos pequeños a su cargo: Miles y Flora. El ya mencionado beso de Miles a la protagonista es, sin duda alguno, uno de los momentos clave a la hora de definir el conflicto que late en Miss Giddens: un beso en los labios, aparentemente inocente, pero que Jack Clayton, director, y Deborah Kerr, actriz, convierten con su admirable labor en un ambiguo acto lúbrico: la mirada de desconcierto de la institutriz ante el placer que ha sentido con el beso del niño, la irónica sonrisa de satisfacción de Miles…
Lo fascinante de Suspense es que, si bien por un lado describe todo ese proceso de obsesión sexual de la protagonista con admirable rigor y precisión, ello no resulta óbice para que, por otra parte, la película no deje de ser por ello un film de género fantástico que no cierra la puerta a la posibilidad de que, dejando aparte su insatisfacción personal, Miss Giddens no esté viendo, realmente, fantasmas. Esa ambigüedad se sostiene ante el hecho de que las apariciones de las «almas en pena» de Peter Quint y Miss Jessel, o las manifestaciones aparentemente sobrenaturales en el interior o en los alrededores de la mansión, tienen tanta fuerza, que hasta el espectador más racional puede dudar, objetivamente, sobre lo que está presenciando: la aparición de Peter Quint en lo alto del torreón, a la luz cegadora del sol del mediodía; la ya mencionada escena en la que se aparece ante Miss Giddens detrás del cristal de la ventana (punteada con la ambigüedad que se produce después: Miss Grosse le dice a la protagonista que le ha parecido ver a Quint porque, en efecto, un rato antes ha contemplado un retrato suyo que ha encontrado casualmente en el desván); la secuencia en la que Miss Giddens recorre de noche la mansión, con un candelabro en la mano, mientras escucha a su alrededor extraños sonidos, golpes y risas que amenazan con enloquecerla; la aparición del espectro de Miss Jessel en la habitación donde la protagonista da clase a los niños, con ese perturbador detalle de las lágrimas de la mujer muerta que, en apariencia, esta ha derramado sobre la mesa; ese momento extraordinario, en la glorieta y bajo la lluvia, en el que Miss Giddens intenta que Flora reconozca al fantasma de Miss Jessel, mirándolas desde la otra orilla del lago; el escalofriante clímax del relato, que enfrenta a Miss Giddens, Miles y el espectro de Peter Quint en el jardín de la casa…
Tomás Fernández Valentí
«Otra vuelta de tuerca»: versiones a granel |
Sus primeras adaptaciones audiovisuales se produjeron en el marco de la televisión: «The Turn of the Screw» (Seymour Robbie, 1955), con guión de Gore Vidal y Geraldine Page en el papel protagonista, perteneciente a la serie «Omnibus» (CBS, 1952-1961); «The Others» (1957) –¡qué casualidad!–, de la serie de la NBC «Matinee Theatre» (NBC, 1955-1958); «The Turn of the Screw» (1958), para la serie «Folio» (CBC, 1955-1959), que no es sino una versión de la ópera de cámara homónima compuesta en 1954 por Benjamin Britten a partir de la obra de James y con libreto de Myfanwy Piper; «The Turn of the Screw» (John Frankenheimer, 1959), de la serie «Startime» (NBC, 1959-1961), protagonizada nada menos que por Ingrid Bergman; y el telefilm «The Turn of the Screw» (Peter Morley, 1959, ITV), asimismo a partir de la ópera de Britten. Después de «Suspense», «Otra vuelta de tuerca» sería adaptada en el telefilm «Die sündigen Engel» (Ludwig Cremer, 1962, WDR); de nuevo para el cine, y de forma parcial, en «Los últimos juegos prohibidos » (Michael Winner, 1971), con Marlon Brando y Stephanie Beacham protagonizando una especie de precuela del libro de James; el telefilm «The Turn of the Screw» (Dan Curtis, ABC, 1974), con Lynn Redgrave; «Le tour d’écrou» (Raymond Rouleau, 1974), con Suzanne Flon, perteneciente a la serie «Nouvelles de Henry James» (TF1, 1974); la miniserie mexicana de tres episodios «Otra vuelta de tuerca » (1981, Televisa S.A. de C.V.); el telefilm «The Turn of the Screw» (Petr Weigl, 1982), que también parte de la ópera de Britten; también para el cine, la española «Otra vuelta de tuerca» (1985), de Eloy de la Iglesia, que convierte al personaje protagonista en un hombre, a cargo de Pedro Mari Sánchez; «The Turn of the Screw» (Graeme Clifford, 1989), perteneciente a la serie «Nightmare Classics» (1989, Showtime), con Amy Irving y David Hemmings; el telefilm «The Turn of the Screw – Die Drehung der Schraube» (Claus Viller, 1990, SDR), de nuevo según Britten, tal y como ocurre en otra producción para TV explícitamente titulada «The Turn of the Screw: Britten» (Greg Shears, 1991, ABC); otra vez para el cine en «Una vuelta de tuerca» (Rusty Lemorande, 1992), con Patsy Kensit; otros dos telefilms, «The Turn of the Screw» (1994, BBC), de nuevo según Britten, y «Otra vuelta de tuerca» («The Haunting of Helen Walker»; Tom McLoughlin, 1995, CBS), con Valerie Bertinelli, que tiene la particularidad de que cambia los nombres de los personajes; la también producción cinematográfica española «El celo» (Antoni Aloy, 1999), con Sadie Frost, Harvey Keitel, Lauren Bacall, una colaboración especial de un Jude Law visto y no visto y, en el papel de espectro, el realizador catalán Agustí Villaronga (sic); los telefilms «The Turn of the Screw» (Ben Bolt, 1999), en el que se deja ver Colin Firth, y «Le tour d’écrou» (Vincent Battalion, 2001), que versiona la ópera de Britten en lengua francesa; la prácticamente desconocida «The Turn of the Screw» (Nick Millard, 2003), hecha para el cine; el telefilm «Turn of the Screw by Benjamin Britten» (Katie Mitchell, 2004, BBC); la asimismo poco conocida producción cinematográfica «En un lugar oscuro » («In a Dark Place», 2006, Donato Rotunno), protagonizada por Leelee Sobieski; el telefilm «The Turn of the Screw» (Tim Fywell, 2009, BBC), con Michelle Dockery; y la rara producción brasileña «Através da Sombra» (Walter Lima Jr., 2015).
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