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Se nos rompió el amor

Como decía Rocío Jurado, sí, de tanto usarlo… Pero en el caso de Justin Theroux, no precisamente con la que fue su pareja hasta que anunciaron públicamente su separación hace apenas un mes, Jennifer Aniston. Porque, sí amigos, también en este caso hay que saber leer entre líneas dentro de la información que se ha publicado respecto a su divorcio: cuando «People», dice que el actor, al pasar tiempo en Nueva York, lejos de la casa que compartía en Los Ángeles con Aniston, «actuaba como un soltero», eso no significa que se pegara maratones de Juego de tronos con sus amigotes y no bajara jamás la tapa del báter. Lo que ocurría, como os podéis imaginar si sois un poquito malpensados, es que ejercía de Rodríguez al más puro estilo de la comedia landista de los 70, es decir, que arrimaba la cebolleta a toda chica que se le acercara –y no, no exclusivamente a las suecas.

El problema, dicen, es que a Theroux le cuesta mantener el pajarito controlado. Y eso ha condicionado su relación desde el principio, hasta el punto de que hace cinco años, un par antes de casarse en petit comité en su mansión de Bel Air –¡ah, la modestia de las estrellas de Hollywood!–, ya rompieron brevemente porque a Aniston le costaba atravesar las puertas sin agachar la cabeza. De hecho, si atendemos a las malas, muy malas lenguas, para lograr que su matrimonio funcionara, la Rachel de Friends podría haberle regalado a su flamante maridito unas cuantas sesiones de ejercicio físico de cintura para abajo –y no, como os podéis imaginar no hablo de abdominales ni de bicicleta– con la esperanza de que, con un poquito más de variedad, no sintiera la necesidad de encamarse con la primera que se le cruzara… Pero ni así. Y más después de haber pasado a las ligas mayores con su papel en The Leftovers, que convirtió a Theroux en una estrella de propio derecho. Claro está, nada de esto nos va a llegar. Porque mucho #MeToo, mucha reivindicación en las entregas de premios, pero a la hora de la verdad, la industria de Hollywood sigue siendo igual –¡si no más!– de opaca y de hipócrita que siempre. De ahí que los representantes de Theroux hayan empezado su particular batalla de relaciones públicas para ocultar los intereses del actor y guionista, y se hayan filtrado globos sonda como que quería tener hijos con Aniston, pero no pudieron –no sé por qué se preocupa, seguro que ha provocado tantos penaltis como Messi… y sí, en el caso de la estrella del Barça, hablo de fútbol–, o que sentía celos de la buena relación que todavía mantiene con su ex Brad Pitt. ¿La realidad? Que la actriz hace bien en quitarse de encima a semejante pichabrava. Y que, oye, no hace falta que se busque otro novio enseguida: para que le vuelva a salir (otra) rana, que disfrute de la soltería, que es muy sana.

Héctor Adama

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