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Emilia Clarke: La que no arde

AUNQUE DAENERYS TARGARYEN la ha catapultado al estrellato, igual que a la mayor parte de sus compañeros de Juego de tronos, Clarke asegura ser «dolorosamente consciente de la rapidez con la que todo esto puede desaparecer». Quizá por lo mucho que le costó abrirse camino como actriz, hasta el punto de que acumuló rechazo tras rechazo de todas las escuelas de interpretación a las que intentó inscribirse, y solamente pudo entrar en Drama Centre London «por los pelos, cuando recibí una llamada: “Una chica se ha roto la pierna. Su sitio está libre, si lo quieres”». Allí, su físico, poco convencional para los estándares de belleza contemporáneos, tampoco se lo puso fácil, hasta el punto de que considera que los profesores «nos quebraron a todos». Se buscó la vida como buenamente pudo, con anuncios, obras de teatro, y pequeños papeles en series como Doctors o el telefilm de SyFy Triassic Attack. Pero de nuevo la suerte jugó en su favor cuando los showrunners de Juego de tronos, que no acababan de estar convencidos de la primera actriz escogida para interpretar a Daenerys, Tamzin Merchant, decidieron apostar por Clarke. Un acierto por su parte, y un auténtico cambio de rumbo para la actriz, que de plantearse abandonar la profesión ha pasado a protagonizar largometrajes como Terminator: Génesis, Antes de ti o Han Solo: Una historia de Star Wars. Sin embargo, el éxito no la ha llevado a acomodarse, sino que ha despertado en ella «una necesidad feroz de aprender cosas. Escucho podcasts de forma compulsiva. Necesito información. En plan: “Quiero saber todo lo que sea humanamente posible”».

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