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Perdiendo el Este: La secuela de «Perdiendo el Norte» se traslada a Hong Kong

Estaba cantado que tras el gran éxito de taquilla de Perdiendo el Norte, la película iba a tener una continuación. Además ya se daba alguna pista al final de la película de Nacho G. Velilla: «Necesitamos añadir una secuencia al guión para acabar la película con un buen sabor de boca». –«Ya, pero la película acaba con el beso de Hugo y Carla, nuestra pareja romántica». –«Sí, pero hay que acabar con una situación divertida, que vaya durante los títulos de crédito, y que haga que la gente no se levante de las butacas y salga de los cines con una sonrisa». –«En “Que se mueran los feos” lo hicimos y funcionó». –«Pues hagámoslo». De esta conversación entre el equipo creativo de Perdiendo el Norte y su director nació la idea de añadir al guión una secuencia en la que se contaba cómo a Braulio (Julián López) que, a lo largo de la película había pasado por un montón de problemas con el alemán, le salía una beca de investigación en China y se veía obligado a apuntarse a clases de chino para afrontar ese reto. Así ha nacido Perdiendo el Este, la trama, en la que repiten como protagonistas Carmen Machi, López, Miki Esparbé, Younes Bachir y Malena Alterio, a los que aquí se incorporan Leo Harlem, Chacha Huang, Silvia Alonso, Edu Soto, Marcos Zhang y Gorka Aguinagalde, y se desarrolla en Hong Kong. Para esta nueva entrega Velilla ha pasado a realizar la labor de productor dando el relevo como realizador a Paco Caballero, ya que Velilla está a punto de iniciar en México el rodaje de la secuela de No manches, Frida. Aquí Braulio (López) se convierte en el gran protagonista de la cinta. El personaje lleva un año en China desarrollando su proyecto de investigación para entrar a trabajar en la prestigiosa Universidad de Hong Kong y luchando con su gran talón de Aquiles: su incapacidad, casi genética, para aprender idiomas. Si durante su estancia en Berlín peleó con el alemán hasta casi dominarlo, ahora es el chino el que le está ganando la partida, para desesperación de Huan, su profesor, quién, solo de oír a su alumno maltratando su propio idioma, ya habla español mejor que él. Pero Braulio pronto descubrirá que el idioma es el menor de sus problemas: tras liarse con el idioma durante una presentación ante el tribunal que evalúa su posible acceso al departamento de investigación, convertirá en un gran desastre lo que parecía su entrada por la puerta grande en el mercado laboral. Expulsado de la universidad, en el paro y en un país desconocido. Pero cuando parece que las cosas no pueden irle peor, aparece en su vida Xiao, una chica lanzada, independiente y que ha vivido en occidente. Xiao trabaja en la empresa de su padre y es parte de esa China pujante y moderna, algo que le cuesta entender a su padre, empresario de éxito, al que sus orígenes rurales le hacen ser muy tradicional. No le gustan los occidentales, y no cejará hasta encontrar un buen partido para su hija. «Si el choque cultural, idiomático y gastronómico había funcionado, desde el punto de vista cómico, en Alemania, creíamos que en un país, con más de mil trescientos millones de habitantes, que tiene cincuenta y seis dialectos diferentes y más de tres mil quinientos caracteres en su lengua principal, podía ser una mina a la hora de contar las andanzas de nuestros personajes en una parte del mundo que destaca por su inmensidad», comenta Caballero.



La película es una producción de Atresmedia Cine, Aparte Producciones y Acosta Producciones, A.I.E,, con Nacho G. Velilla, Mikel Lejarza y Mercedes Gamero como productores, que se rueda durante seis semanas entre Hong Kong, Pamplona y Madrid.

Boquerini

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