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Brawl in Cell Block 99

Máxima seguridad, mínima libertad

Cada vez queda más lejos la época en que películas como «Brawl in Cell Block 99» podían estrenarse en salas y obtener un cierto éxito a través del boca a boca. A día de hoy, no nos queda más remedio que recuperar el segundo trabajo como director de S. Craig Zahler a través de las ediciones digitales o físicas que se ponen ahora a la venta en nuestro país.


La trayectoria cinematográfica de S. Craig Zahler seguiría en el aire, pendiente de que algún productor se decidiera a rescatar guiones como The Brigands of Rattleborge, The Big Stone Grid, Dowtown Dragons o Mean Business on North Ganson Street, si no hubiera optado por lanzarse a dirigir, con un presupuesto ajustado y aprovechando al máximo su experiencia previa como director de fotografía, un western tan atípico como Bone Tomahawk. Una iniciativa que no solo le ha colocado en el punto de mira de Hollywood, sino que le ha puesto en la posición de poder sostener una cierta carrera dentro de los márgenes de la serie B en los que, de nuevo, se mantiene Brawl in Cell Block 99. Un largometraje que, según le explicaba Zahler a «The Verge», surgió después de ver «un montón de películas carcelarias en una retrospectiva de Film Forum, en Nueva York, y pensar: “¿Qué haría distinto con este género? ¿Cuáles son sus fortalezas y sus debilidades?”».



Al guionista y director le parecía que una prisión era «un sitio muy atractivo para situar una película, porque tienes a un montón de tipos duros encerrados juntos, y todos ellos tienen trasfondos interesantes». Así que se sentó a escribir su propia aproximación al subgénero partiendo de, en realidad, no tener la más mínima intención de «perseguir al gran público. Lo que quiero es que me acabe gustando mi propia película. Y si ello me lleva a poder rodar otro nuevo proyecto, para mí es un éxito. Todo lo que traiga aparte de eso es un regalo». Un libreto que enseguida llamó la atención de un Vince Vaughn que estaba deseando cambiar de registro dramático tras pasar por la segunda temporada de True Detective, y que se encontró con un material que le pareció «tremendo. Era lo mejor que había leído en tiempo, y me había encantado “Bone Tomahawk”. Pensé: “Este tío toca las teclas de forma muy diferente a los demás”. No intenta encajar en nada. Eso me dejó impactado».

QUIERO LA CABEZA DE CHRISTOPHER BRIDGE

El protagonista de Brawl in Cell Block 99 es un antiguo boxeador, Bradley Thomas (Vaughn), que intenta rehacer su vida trabajando como mecánico. Sin embargo, tras ser despedido y descubrir que su mujer Lauren (Jennifer Carpenter) le está engañando con otro, decide agarrar al toro por los cuernos y darle un cambio a su realidad, hablando con un viejo amigo, el gánster Gil (Marc Blucas), para distribuir droga para él. Lo que le sirve para rehacer su vida e incluso salvar su matrimonio, al menos hasta que, por culpa de una operación de contrabando mal ejecutada que le obliga a someter a dos de los hombres de un capo de la droga, Eleazar (Dion Mucciacito), acaba con sus huesos en la cárcel. Sin embargo, lo que parecía una condena leve se tuerce cuando un subordinado de Eleazar (Udo Kier) le amenaza con herir a la embarazada Lauren, así como al bebé que lleva dentro, si no elimina a un tal Christopher Bridge, encerrado en la prisión de alta seguridad Redleaf, que dirige con mano de hierro el alcaide Tuggs (Don Johnson)…



Como ya ocurría en su anterior Bone Tomahawk, Zahler se toma aquí su tiempo para desarrollar a su protagonista, y para hacernos empatizar con sus opciones vitales, antes de meterle de cabeza en una especie de pesadilla noir, un descenso a los infiernos espolvoreado de una brutalidad que rivaliza con la de su ópera prima. Para lo cual, el director utiliza un estilo igual de contemplativo, de pausado, sobre todo porque su intención es la de «apartarme del camino de los actores y dejarles interpretar. No necesito esperar a un momento dramático para acercarme con una grúa a la cara del tipo, añadiendo música dramática. A mí eso me parece cutre y excesivo, indicativo de que no confías en el material». De la misma manera, Zahler busca transmitirle al espectador una cierta fisicidad, una atmósfera sucia e hiperrealista, apoyándose al mínimo en la postproducción, y exigiéndose a sí mismo: «Haz que todo pase en el “set”. No fabriques esta mierda en la sala de montaje. Haz que ocurra mientras estás ahí delante».

A RAS DE SUELO

De ahí que fuera fundamental que Vaughn no solo tenga «experiencia como boxeador», sino también «compitiera en lucha libre durante el instituto», lo que le ha permitido protagonizar «cada segundo de sus peleas, y lo muestro de forma que puedas ver con claridad que es él, sus cualidades físicas, la forma en la que se mueve». El actor no ha contado, pues, con dobles de acción, y aunque para minimizar daños físicos se repasaron «las escenas de pelea una y otra vez», a la hora de la verdad «prácticamente todo el mundo recibió algún golpe. Hay demasiados puños volando, es algo demasiado activo para que no acabe siendo peligroso. Vince recibió un golpe en la primera pelea seria. Uno de sus ganchos alcanzó a otro en una toma distinta ». Gracias a ello, los enfrentamientos físicos de la película ofrecen algo «complemente distinto a las peleas del resto del cine americano contemporáneo. Y para eso, tienes que contar con gente dispuesta a encajar los golpes».



Siendo dos películas tan diferentes, al menos sobre el papel, sorprende la coherencia creativa que existe entre Bone Tomahawk y Brawl in Cell Block 99. Y no solamente porque ambas arranquen como aproximaciones muy clásicas a sus respectivos géneros –con unos diálogos, además, muy secos y muy contundentes, que se benefician de la defensa que hacen de los mismos actores como Vaughn o Kurt Russell– para, a partir de su segunda mitad, dinamitar su propio concepto inicial a través de un sentido de la violencia muy agresivo y muy físico. Sobre todo, por el esfuerzo que se intuye detrás de ambas para recuperar una cierta idea del cine perdida en esta época de la reconstrucción digital y de los abusos CGI, rememorando, con todas las distancias que se quieran establecer, esa incomodidad que transmitía el cine de serie B que se producía durante los años 70 y los primeros 80.

Tonio L. Alarcón

En resumidas cuentas

LO MEJOR: Todo.

LO PEOR: Nada.

La secuencia: Bradley, enfrentándose a los hombres de Eleazar a golpe limpio, con sanguinolentos resultados.

El momento: La pelea de Bradley contra un guardia en un pasillo de la cárcel.

La imagen: Vaughn, el agujero de un lavabo y varias patadas.

La frase: «Te voy… a arrancar… la cabeza» (Bradley).

¿Por qué…: no se reivindica a Zahler con tanto entusiasmo como a otros directores con mucha menos personalidad?


USA, 2017. T.O.: «Brawl in Cell Block 99». Director y guionista: S. Craig Zahler. Productores: Jack Heller, Dallas Sonnier. Producción: Assemble Media, Cinestate, Caliber Media Company, IMG Films, Nasser Group, Realmbuilders Productions, XYZ Films. Fotografía: Benji Bakshi. Diseño de producción: Freddy Waff. Música: Jeff Herriott, S. Craig Zahler. Montaje: Greg D’Auria. Intérpretes: Vince Vaughn (Bradley Thomas), Jennifer Carpenter (Lauren Thomas), Don Johnson (alcaide Tuggs), Udo Kier (Hombre Plácido), Marc Blucas (Gil), Tom Guiry (Wilson).

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