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Karate Kid

Dar cera, pulir cera

Dirigida por el mismo realizador del primer «Rocky», John G. Avildsen, y protagonizada por Ralph Macchio y Pat Morita, «Karate Kid» («The Karate Kid», 1984) fue una de las películas juveniles más populares de su época. Una continuación en forma de serie de televisión, «Cobra Kai», estará disponible en YouTube Red este mes de mayo.


Karate Kid, subtitulada en España El momento de la verdad, era una modesta producción de Delphi II Productions y Jerry Weintraub Productions de tan solo 8 millones de dólares de presupuesto, si bien tuvo distribución nacional e internacional a cargo de Columbia Pictures. El film partía de un guión original de Robert Mark Kamen, por más que hubiese una inspiración más o menos real en el mismo, dado que el apellido del famosísimo personaje del Sr. Miyagi coincide con el de Chogun Miyagi, creador del estilo de kárate-jutsu de Okinawa conocido como goju ryu, que significa «estilo suave y duro». The Karate Kid era, también, el nombre de un personaje del cómic perteneciente a la Legión de Superhéroes creado en 1966, de ahí que la producción del film pidiera permiso a DC Cómics para utilizar el mismo.



Por otro lado, el instructor de kárate y cinturón negro William «Bill» J. DeClemente afirmó en 1994 que él había sido la inspiración del personaje protagonista de Karate Kid, Daniel LaRusso, en base a los siguientes argumentos: en 1963, cuando tan solo tenía 17 años, DeClemente comenzó a practicar kárate en Queens, Nueva York, el mismo vecindario donde Robert Mark Kamen también había empezado a entrenar kárate en 1965. Kamen reconocería posteriormente que había asistido a entrenamientos impartidos por el mismo maestro de artes marciales de DeClemente, Ed McGrath, y que este podría haber sido la inspiración del personaje del duro exmarine y propietario del gimnasio Cobra Kai John Kreese. Además, DeClemente tiene registrado el apodo «The Karate Kid» desde mediados de los sesenta. Todo ello le llevó a demandar a Columbia Pictures por infracción de marca, violación de derechos publicitarios y daños y perjuicios. El tribunal dictó sentencia a favor de Columbia, argumentando que las películas de Karate Kid no dañaron la imagen legal de DeClemente, y que su personalidad pública como «The Karate Kid» no era lo suficientemente conocida por el público como para que se le identificara en exclusiva con aquélla, añadiendo además que el estudio no supo de la existencia de DeClemente hasta 1990. Pese a todo, este sigue manteniendo en su página web que es el auténtico «Karate Kid» y que fue la inspiración del guionista para las películas.



Un elenco sin estrellas

Para el papel del adolescente Daniel LaRusso, que finalmente recayó en el no tan joven como pudiera parecer a simple vista Ralph Macchio –tenía 22 años cuando rodó el film, algo que nadie del reparto ni del equipo podía creer–, se consideró previamente C. Thomas Howell, compañero de reparto de Macchio en Rebeldes (Francis Ford Coppola, 1983; ver Cult Movie en núm. 239), quien rechazó el papel. También lo hizo un por aquel entonces desconocido Charlie Sheen. Asimismo dijo no otro célebre candidato, Sean Penn, quien quería enfocar su carrera hacia papeles más adultos, si bien luego se deshizo en elogios hacia Macchio, calificándole como el mejor actor de su generación (sic). Kyle Eastwood, hijo de Clint Eastwood, hizo una prueba para el papel, pero fue rechazado: se dice que, como represalia, su famoso padre prohibió que aparecieran productos de Coca-Cola –por aquel entonces, propietaria de Columbia– en sus películas…

El realizador de Karate Kid, John G. Avildsen, famoso sobre todo por haber dirigido la oscarizada Rocky (1976; núm. 204), reveló que el primer candidato para el papel del Sr. Miyagi fue el legendario actor japonés Toshiro Mifune; este último llegó a rodar una prueba, y en opinión de Avildsen estuvo admirable, pero al final fue descartado porque su interpretación de Miyagi era excesivamente seria, en la línea de los papeles de samurái que le habían dado la fama. El segundo gran intérprete seleccionado fue el actor nipón nacionalizado norteamericano Mako, pero ya se había comprometido para rodar Conan el destructor (Richard Fleischer, 1984). La elección definitiva recaería en Pat Morita, no sin grandes reticencias por parte del productor Jerry Weintraub, porque este actor norteamericano de ascendencia japonesa había desarrollado el grueso de su carrera interpretativa en el terreno de la comedia. De hecho, su candidatura fue rechazada en un primer momento, pero una audición posterior, en la que hizo una lectura perfecta junto a Macchio, determinó que fuera contratado. No obstante, y para subrayar el origen nipón del actor, este figura acreditado en la película como Noriyuki «Pat» Morita.


Ralph Macchio y Pat Morita protagonizaron este clásico del cine juvenil de los años ochenta



El elenco de Karate Kid se completó con los nombres de una desconocida Elizabeth Shue, como Ali, la novia de Daniel (la actriz interrumpió sus estudios en Harvard para poder participar en este film); Martin Kove, como John Kreese, un personaje que, según rumores, le habría sido ofrecido a Chuck Norris, quien lo habría rechazado porque no quería mostrar a un entrenador de artes marciales bajo un prisma negativo (posteriormente, Norris confirmaría que nunca le ofrecieron el papel, pero que tampoco lo hubiese aceptado por las mismas razones); Randee Heller, como Lucille, la madre de Daniel; y William Zabka, como Johnny, el temible rival del protagonista.

A mamporro limpio

Rodada en un tiempo récord, entre el 31 de octubre y el 16 de diciembre de 1983, la filmación de Karate Kid estuvo marcada por la entrega de sus intérpretes a las exigencias físicas de sus roles. Las cosas no fueron nada fáciles para ninguno de ellos: en el primer día de rodaje, Ralph Macchio tuvo que hacer las escenas de la playa; y, rodando la pelea final en el torneo contra Johnny, el actor recibió de verdad la patada que lo derriba antes de que sea salvado in extremis por Miyagi. Por cierto, el intérprete del árbitro de este combate es Pat E. Johnson, experto en kárate y exalumno de Chuck Norris, quien figura acreditado como coreógrafo de peleas.




Otro experto en artes marciales, el actor y especialista japonés Fumio Demura, se encargó de doblar a Morita en las escenas de acción más arriesgadas. Parece ser que era tanto el empeño que ponía, que el resto de especialistas acabaron quejándose al director porque Demura les golpeaba demasiado fuerte. Finalmente, fue este quien solucionó el problema, proponiéndole a Avildsen que le dejara rodar las peleas usando como dobles a los alumnos de su escuela de artes marciales. Una única toma fue suficiente. Demura fue, también, la principal inspiración de Morita a la hora de preparar su papel.

Otras escenas no requirieron tanto esfuerzo ni sacrificios. El momento en que Daniel y Miyagi intentan cazar una mosca usando palillos se rodó, sencillamente, con una falsa mosca que un operario movía sobre los actores usando una caña y un hilo invisible. Otra escena, crucial para entender la psicología del personaje de Miyagi, la de su borrachera, estuvo a punto de ser eliminada del montaje definitivo porque, se dijo, ralentizaba la acción.

Estrenada en los Estados Unidos el 22 de junio de 1984, Karate Kid amasó unos para la época excelentes 90 millones de dólares solo en su país de origen. Pat Morita obtuvo una nominación al Oscar como Mejor Actor de Reparto –fue derrotado por otro intérprete oriental, Haing S. Ngor, por Los gritos del silencio (Roland Joffé, 1984)–, y la película dio pie a dos secuelas, videojuegos, un spin-off, un remake y un par de series televisivas (ver recuadro).


Que la dirigiera John G. Avildsen hizo que se la considerara la versión adolescente de «Rocky»



Maestro y alumno

El hecho de que Karate Kid viniera firmada por John G. Avildsen sirvió para que fuera rápidamente bautizada como la versión adolescente de Rocky. De hecho, ambas comparten su condición de metáforas de superación personal, con la diferencia de que en Rocky las connotaciones sociológicas están, si cabe, más acentuadas que en Karate Kid, por más que en esta también podamos rastrear algunas: Daniel LaRusso es, se insinúa, hijo único de una madre soltera (no se menciona a padre alguno y el chico usa el apellido de su progenitora); al principio del relato, madre e hijo se trasladan desde Newark, New Jersey, a Reseda, Los Ángeles, y ese cambio de domicilio provoca en Daniel problemas de adaptación (nuevos vecinos, nueva escuela, nuevos amigos, nueva novia y, sobre todo, nuevos enemigos: el celoso y vengativo exnovio de Ali, Johnny, y su pandilla); harto de recibir palizas, en uno de los momentos más dramáticos de este film, por lo demás, más bien blando y bienintencionado, Daniel se enfrenta a su madre y le reprocha que no le pidiera permiso para cambiar de hogar.



Pero, como digo, ese componente social/ sociológico tan solo está apuntado, y además de manera convencional. Karate Kid no es ni pretende ser la crónica de los problemas de adaptación a su nuevo entorno de un muchacho solitario; de hecho, la película de Avildsen tampoco quiere ser más que lo que es: una comedia dramática de corte juvenil, que se encuentra espiritualmente cerca del cine del hoy –al menos, en España– olvidado John Hughes, lo cual explica que haya muchas, demasiadas escenas que responden a los estereotipos de la comedia juvenil norteamericana de los ochenta: todos los momentos que transcurren en el instituto y alrededor de la love story de Daniel y Ali.

Lo mejor de Karate Kid se encuentra, por descontado, en la auténtica «historia de amor» que narra el film: la relación de amistad, paterno-filial y de maestro-alumno que se establece entre Daniel y el Sr. Miyagi, el viejo japonés que se ocupa de las tareas de mantenimiento del bloque de apartamentos donde el protagonista vive con su madre. Resulta obvio que Miyagi es la figura paterna de la que Daniel carece, al mismo tiempo que este último viene a reemplazar al hijo prematuramente fallecido del primero. En la que sin duda es la mejor secuencia de la película –la misma que estuvo a punto de ser eliminada antes del estreno, y que por suerte se conservó–, Daniel descubre a Miyagi borracho, brindando ante la foto de su difunta esposa; en la conversación que sigue a continuación, descubrimos que, durante la Segunda Guerra Mundial, Miyagi sirvió como sargento en el ejército norteamericano, y que incluso fue condecorado por su valor contra los alemanes; pero también se revela que la esposa embarazada de Miyagi fue trasladada al –históricamente auténtico– campo de internamiento para ciudadanos norteamericanos de etnia japonesa en Manzanar, California, y que allí falleció junto a su hijo nonato, en el momento del parto, por culpa de una negligencia médica… Un insólito apunte, de rara dureza en el contexto de Karate Kid, que la emparenta con otras producciones –Japanese War Bride (King Vidor, 1952), Conspiración de silencio (John Sturges, 1955), Bienvenido al paraíso (Alan Parker, 1990)– que han abordado, directa o indirectamente, una de las páginas más negras, y menos conocidas, de la historia de los EE.UU. de los años cuarenta.



Está claro que si en Karate Kid hay un personaje digno de tal mención ese es, sin duda alguna, el del Sr. Miyagi. No solo por la excelente interpretación de Pat Morita, sino porque es alrededor de su figura donde se vehicula el soterrado discurso pacifista que plantea el film a partir de su contraposición/ enfrentamiento con Kreese, el racista propietario y entrenador del «dojo» Cobra Kai –para más señas, veterano de la guerra de Vietnam–, quien instruye a sus alumnos en lo que él denomina «el camino del puño»: la destrucción total, absoluta y sin piedad del rival. Por el contrario, Miyagi no solo concibe el kárate como un medio de defensa, sino que además instruye a Daniel de una manera pintoresca: haciéndole lavar y encerar su colección de coches antiguos (el famoso «Dar cera, pulir cera»), pulir un suelo de madera o pintar una valla, para que el chico aprenda una determinada mecánica corporal. Pero el pacifismo de Miyagi es ambiguo: el sensei de Daniel aboga por las artes marciales defensivas pero, a la hora de la verdad, Miyagi no podrá disimular –en el primer plano suyo que cierra la película– su satisfacción ante el hecho de que Daniel haya asimilado sus lecciones –entre ellos, la «patada de la grulla» que tan popular se hizo en su momento–, y acabe dándoles su merecido a sus rivales.

Tomás Fernández Valentí


Karate Kid: La saga completa

KARATE KID II (The Karate Kid Part II, 1986), de John G. Avildsen.– Daniel acompaña a Miyagi a la isla de Okinawa, donde se enamorará de Kumiko (Tamlyn Tomita), una belleza local, y deberá enfrentarse a un nuevo y temible rival, Chozen (Yuji Okumoto). Exotismo a raudales en esta primera secuela, más cara que la original (13 millones de dólares), pero también más exitosa (115 millones solo en los EE.UU.). La excelente canción de Peter Cetera «Glory of Love» fue nominada a un Oscar, siendo derrotada por «Take My Breath Away», de Giorgio Moroder y Tom Whitlock, para «Top Gun: Ídolos del aire» (Tony Scott, 1986; núm. 373).

THE KARATE KID (1987), el videojuego.– Un juego desarrollado por la compañía japonesa Atlus Co., Ltd., y editado por LJN, que incluye elementos de la trama de las dos primeras películas, no por casualidad fue supervisado por el realizador John G. Avildsen. Ese mismo año se lanzó al mercado un segundo videojuego, «The Karate Kid Part 2», editado por Amiga y Atari ST, y planteado como un clásico juego de combate.

KARATE KID III (The Karate Kid Part III, 1989), de John G. Avildsen.– John Kreese intenta vengarse de Daniel y Miyagi con la ayuda de Terry Silver (Thomas Ian Griffith), un compañero suyo en Vietnam, y Mike Barnes (Sean Kanan), un joven karateca con sed de sangre. Su fracaso comercial en Norteamérica (solo 38 millones de dólares) liquidó prematuramente la franquicia.

THE KARATE KID (1989), la serie animada de televisión.– Una única temporada de 13 episodios, para la NBC, que giraba en torno a las nuevas aventuras de Daniel y su mentor Miyagi en diferentes partes del mundo.

EL NUEVO KARATE KID (The Next Karate Kid, 1994), de Christopher Cain.– Hilary Swank, en su segundo papel para el cine y el primero como protagonista, encarna a Julie Pierce, la nueva alumna del Sr. Miyagi. Un intento de revitalizar la franquicia mediante un spin-off que se saldó con unos resultados en taquilla mucho peores que los de «Karate Kid III»: menos de 16 millones de dólares, sobre un presupuesto de 12 millones.

THE KARATE KID (2010), de Harald Zwart.– Una nueva versión, y además un reboot, dado que no se limita a repetir la trama del film original, sino que la replantea por completo, convirtiendo al protagonista en un chico negro, Dre Parker (Jaden Smith), que viaja a China con su madre, Sherry (Taraji P. Henson), y allí recibe entrenamiento en artes marciales por parte del Sr. Han (Jackie Chan), el Miyagi de este remake. Contra todo pronóstico, funcionó muy bien en taquilla: 176 millones de dólares solo en los EE.UU., y 359 millones a nivel internacional, sobre un presupuesto de 40 millones. Una secuela se halla en fase de preparación.

COBRA KAI (2018).– A partir del 2 de mayo está prevista la disponibilidad para los usuarios de YouTube Red de esta serie, compuesta por episodios de 30 minutos de duración, que narra el reencuentro y nuevo enfrentamiento de dos viejos rivales, Johnny Lawrence y Daniel LaRusso, el primero ahora como nuevo director y entrenador del «dojo» Cobra Kai. Una secuela en toda regla de las tres primeras películas, dado que vuelve a contar con los mismos intérpretes de aquellos personajes, William Zabka y Ralph Macchio, en los papeles protagonistas.



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