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The Handsmaid’s Tale: Temp. 2

Time’s Up

Tras arrasar en los Emmy y Globos de Oro con su primera temporada, el creador de la serie, Bruce Miller, se enfrenta al desafío de seguir la historia en donde la dejó la novela. El mayor éxito de Hulu tiene además el peso de seguir cimentando su universo, un mundo con inevitables paralelos con la America de Donald Trump, en plena explosión del movimiento #Me Too.


Si hay un momento idóneo para una serie como The Handsmaid´s Tale son los tiempos en los que vivimos, en los que la voz de las mujeres ha tomado un nuevo protagonismo gracias a las vías de comunicación y la transparencia de la era de las redes sociales. La capacidad de expresar el día a día de una opresión invisible ha puesto sobre la mesa tradiciones y cadenas que muchos nunca han querido ver, dando lugar a una transformación social rápida y un lecho cultural muy propicio para ficciones que reflejan un empoderamiento colectivo. De ahí que el éxito de una serie de ciencia ficción cargada de mensaje y sátira antipatriarcal se explique más allá de sus exquisitos valores de producción. Es elocuente que otra adaptación del mismo material, la película El cuento de la doncella de 1990, no tuviera ningún tipo de impacto hace más de dos décadas.



La película adaptaba con bastante fidelidad el texto de Margaret Atwood de 1985 y su descripción de la distopía era inusual para su época, pero poco podía hacer cuando se vendió casi como un thriller erótico de la época. El contexto dice mucho y sí, el reflejo con significado de una realidad dispuesta a mirarse en el espejo también influyen. No significa esto, por otra parte, que la primera temporada no merezca elogios por su rotundidad visual y su narrativa opresiva, que es capaz de transmitir el terror puro de la protagonista cuando se ve abocada a una locura llena de violencia, tortura institucional y fanatismo burocratizado. Una serie capaz de crear dos ambientes con éxito, por una parte el del viaje de Offred a través de su flujo de pensamientos y la gran interpretación de Elisabeth Moss dentro del claustrofóbico recinto de Gilead. Por otra, la escala de su futuro tangente, con un pie en la realidad y otro en la ciencia ficción, logrando que su fantasía orwelliana tenga más que ver con ese presente deshilachado y ultracreíble de Hijos de los hombres que, más allá del tema común de la ausencia de natalidad, es la influencia más notable en la serie.



SOBRE UN LIENZO EN BLANCO

El desafío para una serie como The Handmaid’s Tale es sobrevivir a una adaptación del arco de la novela. Toda la primera temporada se apoyaba en el original literario hasta su último tramo, en el que plantaba semillas para extender su argumento más allá del planteamiento inicial. La gran pregunta que surge es si los nuevos desarrollos tendrán coherencia con el mundo creado por Atwood. «Juega un papel muy importante, somos muy afortunados no solo de tenerla cerca. Estaba en la sala de guiones desde el principio de la temporada leyendo todo. Está muy involucrada, es nuestra guía y siempre lo ha sido. A pesar de que vamos más allá de la historia que se cubre en el libro, estamos en un mundo 100% Atwood», revela el showrunner, Bruce Miller, a «Hollywood Reporter ».

Aunque la idea, a priori, parece sencilla, el trabajo de guionizar todo un arco sin la base de un libro plantea el doble de desafíos, por lo que la prioridad era «pensar en lo que hicimos bien en la primera temporada. Debíamos intentar volver a contar una historia interesante, entretenida, que fuera buena televisión y partir desde allí»; sin embargo, el problema no fue la falta de ideas para nuevas historias, sino todo lo contrario: la dificultad creativa estaba en «recortar tramas. Hay tantos lugares interesantes para seguir en el mundo de Margaret que se convirtió en un problema. Estábamos muy ansiosos de ver las colonias, o Little America en Toronto. La lista era demasiado larga para una temporada. El mayor desafío se trata de contenerse y saber lo que no se debe hacer».



LA REVOLUCIÓN EN LA ERA «#ME TOO»

La primera temporada fue producida y concebida antes de las elecciones presidenciales de 2016. Casi de forma premonitoria a la elección de Trump, la entrada de Norteamérica en la era del magnate ha influido en los aspectos políticos que se encuentran en la segunda temporada. «No puedes evitar la influencia. La mayoría del equipo tiene hijos y piensan en cómo será el mundo para ellos. Pero Estados Unidos tiene sus propios problemas que no se alinean necesariamente con los problemas en juego en Gilead, un gobierno que está tratando de dividirnos y enfrentarnos son comunes, pero hay que tratar de no dibujar demasiados paralelismos directos».

Respecto a la cultura del acoso sexual y el reconocimiento de los abusos que estamos viendo ahora, con los movimientos #Me Too y la limpieza de Hollywood, «cuando haces una serie donde uno de los grandes aspectos es una división muy, muy aguda entre el rol de hombres y mujeres y la estructura de poder, no puedes evitar reflejar los mismos pensamientos e ideas que están sucediendo detrás de este movimiento. Sería estúpido no hacerlo o no ver los paralelismos entre ese mundo y este mundo»; sin embargo, el mayor desafío es centrarse en el drama del personaje principal, no perder el interés en su camino y evitar que este sea predecible: «no importa lo que adivines o leas al respecto, probablemente no puedas hacerte una idea completa. Es más complicado que eso. Además, quiero que sea entretenido, no quieres saber qué va a pasar y cómo va a suceder desde el principio. Eso no es divertido. Para mí, parte del problema era hacerlo impredecible. Quieres que sea realista, pero también impredecible».

Aunque el objetivo siempre será June, hay alguna trama, como el segundo episodio, que se centrará en un relato autónomo en las colonias, con Marisa Tomei haciendo nuevo personaje. Está por ver si la respuesta está a la altura del éxito que le precede, porque las ideas de Miller dan para «alrededor de 10 temporadas. Veo un mundo más allá del presente, incluso un episodio con una especie de juicios de Nuremberg después de que Gilead caiga. En realidad no estaríamos traicionando al libro, que acaba con un salto en el tiempo, una discusión académica al final, sobre lo que sucedió en esos 200 años. Está allí, en la novela de Margaret. Lo que estamos haciendo no está fuera de la novela, solo cubriremos el territorio que ella bosquejó en unos párrafos, un poco más lentamente».

Carlos Morcillo Mira


USA, 2017-. T.O.: «The Handmaid’s Tale». Creador: Bruce Miller. Intérpretes: Elisabeth Moss (Offred), Joseph Fiennes (El Comandante), Max Minghella (Nick), Yvonne Strahovski (Serena Joy), Alexis Bledel (Ofglen), Samira Wiley (Moira).

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