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Todos a la cárcel

Al final, voy a tener que convertir en una sección fija esto de ponerme medallas por haberos anticipado en estas páginas escándalos de las alcantarillas de Hollywood que acaban saliendo a la luz pública, salpicando de mierda hasta al apuntador… Como es el caso de la secta/empresa NXIVM, conocida en sus círculos internos como DOS (Dominus Obsequious Sororium), cuyos principales líderes, Keith Raniere y Allison Mack –por si no os acordáis de lo que escribí el pasado diciembre, sí, la misma que interpretó a Chloe Sullivan en Smallville… y básicamente se ha arrastrado por papeles de segunda desde entonces–, fueron acusados por los fiscales del Estado de Nueva York de trata de blancas y conspiración para trabajos forzados, por lo que fueron puestos a disposición judicial.




Como no quiero repetir lo que ya os expliqué con pelos y señales, permitidme resumir el negocio de NXIVM de esta manera: como una estafa piramidal en la que, además de sumas económicas altas, se les pedía a sus miembros sometimiento y esclavitud sexual –sobre todo si eran mujeres jóvenes y lozanas–… Y cuando hablo de sometimiento no me refiero a sado light a Cincuenta sombras de Grey: me refiero a que, literalmente, y os aseguro que no estoy exagerando ni un pelo, marcaban a sus víctimas con hierros al rojo como si fueran vacas. Parece ser que Mack aprovechaba sus contactos en la industria de Hollywood para ejercer de gancho de posibles víctimas –de ahí, seguramente, que no haya pegado golpe como actriz–, entre las que se encontraba su compañera de reparto en Smallville Kristin Kreuk… Que por suerte se olió la tostada y salió corriendo en cuanto empezó a ver cosas raras. No tuvieron tanta suerte la actriz canadiense Sarah Edmondson ni India Oxenberg, la hija de Catherine Oxenberg –a la que recordaréis como la Amanda Carrington de Dinastía–, que tuvieron que sufrir repetidamente los abusos sexuales de Raniere. Queda mucho por destapar de los tejemanejes internos de NXIVM, y de la cantidad de gente que realmente fue captada por sus redes, pero parece ser que Rainiere no solamente se dejaba guiar por sus intereses sexuales. También hacía todo lo posible para atraer a gente con poder que le permitiera, por un lado, cosechar grandes donaciones para la secta, y por el otro, eludir la acción de la justicia: de ahí que atrajera, por ejemplo, al presidente de la destilería Seagram, Edgar Bronfman Sr. y dos de sus hijas, Clare y Sara, o a Ana Cristina Fox, la hija del antiguo presidente de México, Vicente Fox. Es probable que haya tocado demasiado las narices –ergo, ha robado demasiado a gente que está acostumbrada a ser ellos quienes roben– y eso le haya hundido definitivamente el chiringuito, pero, eh, si eso ha servido para echar abajo una secta tan siniestra y tan malrollera… no nos vamos a quejar.

Héctor Adama

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